República Federal de Cabilia

Durante más de medio siglo, Argelia ha construido buena parte de su política exterior sobre una defensa activa —y en ocasiones militante— de los movimientos separatistas en distintas regiones del mundo. Desde África hasta Europa, pasando por foros multilaterales y organismos internacionales, Argel ha hecho de la autodeterminación ajena una bandera diplomática, incluso cuando ello suponía alimentar tensiones internas en países vecinos.

El pasado 31 de octubre, Argelia sufrió un revés significativo en Naciones Unidas, un golpe diplomático que debilitó seriamente sus aspiraciones anexionistas sobre el Sáhara Occidental. Apenas días después, el escenario se volvió aún más incómodo: desde París, corazón simbólico del exilio político norteafricano, se proclamó la independencia de Cabilia, una de las regiones más sensibles y estratégicas del propio Estado argelino.

El pasado domingo, el Movimiento para la Autodeterminación de Cabilia (MAK), liderado por Ferhat Mehenni y articulado políticamente a través del Gobierno Provisional Cabilio en el Exilio (ANAVAD), anunció formalmente la declaración de independencia de la región de Cabilia, al noreste de Argelia.

La proclamación —de carácter simbólico, pero políticamente calculado— afirma el nacimiento de la República Federal de Cabilia, concebida como un Estado democrático, descentralizado y respetuoso de las libertades fundamentales. Según el comunicado oficial, este acto pone fin a “más de un siglo y medio de subyugación impuesta sin el consentimiento del pueblo cabilio” y reivindica el derecho del pueblo amazigh a decidir su futuro conforme al derecho internacional.

La declaración llega en un contexto de endurecimiento represivo en Cabilia, donde cualquier expresión política vinculada al derecho de autodeterminación es criminalizada por las autoridades argelinas. El MAK busca así internacionalizar la llamada “cuestión cabilia”, situándola explícitamente en el marco jurídico del derecho de los pueblos a decidir, reconocido por la ONU.
Por ahora, esta independencia no tiene efectos prácticos sobre el terreno. Se trata de una declaración política en el exilio, cuyo impacto dependerá de dos factores decisivos:

1.    La capacidad real del movimiento para movilizar apoyo interno dentro de Argelia.

2.    La eventual obtención de reconocimiento internacional, hoy inexistente.

Como señalé en mi artículo del pasado 20 de noviembre, al analizar las heridas aún abiertas tras la separación de Sudán del Sur, la fragmentación de los Estados africanos no suele traer estabilidad, sino nuevas vulnerabilidades. Con Argelia ocurre algo similar.

Aunque hoy pueda parecer un escenario lejano o improbable, una Argelia fracturada tendría consecuencias geopolíticas incalculables: desestabilización del Magreb, presión migratoria, expansión de redes criminales y un vacío estratégico que otros actores estarían encantados de ocupar.

África no puede construirse sobre la multiplicación de fronteras internas ni sobre la instrumentalización del separatismo como arma política. El continente necesita más cooperación, más integración y más visión compartida, no una atomización que debilite a sus Estados clave.

Argelia descubre ahora una verdad elemental de la geopolítica:
quien promueve la fragmentación ajena termina enfrentándose a la propia; y parafraseando a Winston Churchill, :

“Un apaciguador es alguien que alimenta al cocodrilo esperando que se coma a otro antes que a él.”

Durante décadas, Argelia alimentó cocodrilos políticos convencida de que siempre morderían lejos de casa. Hoy, uno de ellos ha girado la cabeza.

Por el bien del Magreb, de África y de la estabilidad regional, el camino no puede ser el de la ruptura, sino el de la responsabilidad histórica.
Un continente fuerte necesita Estados fuertes, no espejos rotos.

Abderrahim Ouadrassi
Abderrahim Ouadrassi

CEO y fundador de la cadena SAIFHOTELS, que lleva la gestión de varios hoteles en Marruecos, y de la inmobiliaria RELASTATIA. Ha ejercido de colaborador semanal en el periódico balear Última Hora, sobre temas de internacionalización y actualidad económica. Actualmente es el presidente de la FUNDACIÓN EUROAFRICA, que busca integrar y facilitar los vínculos comerciales, culturales e institucionales entre los dos continentes.

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