Sirat

La película Sirat, dirigida por Oliver Laxe, ha sido elegida para representar a España en los Oscar de 2026. El título se alza como un eco antiguo, aṣ-sirāṭ al-mustaqīm, el camino recto que se invoca treinta y tres veces en el Corán, un sendero que en la tradición se convierte en un puente más fino que un cabello y más cortante que una espada. No es solo un pasaje religioso: es la metáfora de nuestras propias encrucijadas.

¿Y cuál es ese camino recto en estos tiempos? Quizá la ignorancia, bendita medicina que preserva la felicidad frente a la avalancha de imágenes; cerrar los ojos para no caer en la desesperación. Quizá hablar, criticar, luchar, aun cuando esa lucha sea contra nosotros mismos. O tal vez resignarse y dejar que la oscuridad, sigilosa, corone sus sótanos y nos arrastre hasta lo más bajo de la esencia humana.

El teatro de Naciones Unidas esta semana parecía un mercado de máscaras: Inglaterra y Francia compitiendo por la mejor foto, aunque Inglaterra cargue la sombra del acuerdo de Balfour, origen de tantos desgarros. Los gestos diplomáticos son solo cortinas para apaciguar las protestas en sus propias calles. Mientras tanto, en Gaza, el contador avanza: setenta mil muertos, la mayoría niños y mujeres, cifras retransmitidas en directo hacia nuestras conciencias anestesiadas.

Y sin embargo, el mundo sigue con su extraña lógica de contrastes. En Tokio, Botswana, una ex colonia inglesa, se alzó con el oro en la prueba de 4×400 vallas. Una alegría que se suma a su día de independencia: un instante de orgullo que ilumina las grietas de la historia. Como si la ignorancia fuera, de nuevo, un refugio luminoso: la alegría íntima de un país pequeño resiste, impermeable a los cataclismos globales.

Los países árabes también representaron su propia obra de teatro. Reunidos para calmar la tensión de sus pueblos, concluyeron que no decidirán nada. Ya saben que son solo piezas en un tablero dominado por Estados Unidos e Israel; si uno cae, otro será reemplazado desde el banquillo. Es la resignación institucionalizada, el eco de siglos de impotencia.

Y sin embargo, en medio de estas contradicciones, surge Sirat. Oliver Laxe ha tejido una película que parece dejar que la realidad dicte los diálogos. No es una película que se mira, sino una que te atrapa con imágenes de una belleza inabarcable: desiertos, luces que se apagan al atardecer, paisajes que son también estados del alma. Es imposible no recordar la frase de El cielo protector“Esa es la clave de todo: darse cuenta de que estás vivo. Recordar que nunca es tarde para mirar el sol una vez más.”

Sirat avanza como una canción de Leonard Cohen, un videoclip prolongado que comienza en el Bagdad Café y termina en un desierto sin fronteras. Su fuerza está en esa mezcla de plegaria y paisaje, de esperanza y derrota. Es cine, pero también espejo: un recordatorio de que el camino recto no es una línea trazada en mapas ni en tratados, sino la decisión íntima de cada uno frente a la vida.

Y al final, tal vez el mensaje sea simple: no importa la oscuridad, ni la hipocresía, ni las cifras que desbordan la razón. Siempre nos quedará la posibilidad de detenernos, respirar y levantar la vista. Porque, incluso en este tiempo de ruido y ceniza, aún podemos elegir mirar el sol una vez más.

Abderrahim Ouadrassi
Abderrahim Ouadrassi

CEO y fundador de la cadena SAIFHOTELS, que lleva la gestión de varios hoteles en Marruecos, y de la inmobiliaria RELASTATIA. Ha ejercido de colaborador semanal en el periódico balear Última Hora, sobre temas de internacionalización y actualidad económica. Actualmente es el presidente de la FUNDACIÓN EUROAFRICA, que busca integrar y facilitar los vínculos comerciales, culturales e institucionales entre los dos continentes.

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